Un maestro zen dijo una vez:
“Antes de iluminarme, cortaba madera y llevaba agua. Desde que me iluminé, corto madera y llevo agua ".
Me encanta este ejemplo porque describe con una sencillez una sabiduría bien profunda.
Con la expansión de la conciencia, las actividades externas a las estamos habituados pueden no cambiar, pero la misma actividad se experimenta de una manera completamente diferente. Si pudiéramos estar más completos y presentes en el momento, encontraríamos que muchas de las cosas que suceden a nuestro alrededor, tienen una gran belleza y armonía.
Suele decirse que un error común de las personas es dar las cosas por sentado. Y es que, cuando las cosas empiezan a darse por sentado es el momento en que dejamos de ver la auténtica importancia y belleza de lo que nos rodea.
¿Alguna vez has visto a un niño lavar las frutas? Para un adulto, esta tarea es pan comido, no se ve como algo especial. Pero, para un niño, la experiencia de ver cómo el agua fluye a través de sus manitos y la fruta y luego secarla es increíble, es un gran placer. ¡El niño está inmerso en la experiencia! Su mente no está adelantándose a un evento futuro. ¡El niño está en el aquí y ahora! ¡Y lo está plenamente!
Lo que estés haciendo no es importante… ¡Cómo se hace es vital!
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Namaste
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